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Documento Político del 1er. Congreso Nacional

Santa Fe – 03/06/2017

El Manifiesto Argentino y el Estado de la Nación

 1. Crisis, estafa, gobierno, poder y capitalismo salvaje

A mediados de 2017 lo que vive la República Argentina no es una crisis; es el resultado de una estafa política gigantesca que, en forma de crisis social generalizada, destruye todos los logros alcanzados trabajosamente por nuestro pueblo en lo que va del Siglo y el Milenio.

El pueblo argentino, sufrido y laborioso, padece día a día las consecuencias de las decisiones del grupo gobernante, que se enriquece y beneficia con medidas que sólo producen desempleo masivo, censura y represión, desindustrialización, inflación descontrolada, endeudamiento irresponsable, desmemoria y revanchismo, y un deterioro alarmante en materia Educativa, de Salud Pública y de Previsión Social.

Las políticas de fuerte sello neoliberal que aplica el gobierno de Mauricio Macri debilitan severamente las instituciones republicanas, y afectan todas las conquistas sociales alcanzadas en el último siglo y ponen en peligro la paz.

En esencia son las mismas políticas que padecen países hermanos de la región, e incluso del mundo. La restauración conservadora como hecho regional comenzó con los intentos de golpes de estado a Hugo Chávez y a Manuel Zelaya, y continuó con las innumerables intentonas destituyentes que nuestro país padeció por lo menos desde 2007, que arrasaron después con la democracia brasileña, y que aún resisten las experiencias de Evo Morales en Bolivia y, es de esperar, la de Rafael Correa continuada por Lenin Moreno en Ecuador. Estos ataques evidencian la intención de destruir lo logrado por nuestra Patria Grande, la unión de sus pueblos en su destino común de realización continental.

Lo cierto es que la irresponsabilidad de este gobierno, claramente oligárquico, condena día a día a las instituciones de la Democracia, a la Ciudadanía y en particular a los mayoritarios sectores populares, a la destrucción de las raíces de la nacionalidad y a una degradación inadmisible como Nación.

Por eso como en 2001/02, y como en 2015/16, en muchos puntos del territorio nacional miles de ciudadan@s nos ponemos de pie y constituimos EL MANIFIESTO ARGENTINO, para, en primer lugar, definirnos frente a la destrucción que se intenta y ejecuta en nuestro país.

La situación real es visible y palpable para cualquier mirada sensible y sincera, y exige de nosotros –ciudadan@s decentes, trabajador@s, profesionales, empresari@s y estudiantes de todos los orígenes ideológicos– un decidido y firme rechazo, a la vez que nuestra disposición a la lucha política, pacífica y de principios, con espíritu patriótico, para acabar con este gobierno por medio de la única arma republicana, que es el voto de la ciudadanía.

El estado de la República evidencia que el modelo ideológico-económico neoliberal impuesto a la Argentina en los años ´90 del siglo pasado, y que desde finales de 2015 se repite calcado y agravado, no sólo es implacable en materia socio-económica sino que engaña y enferma al pueblo argentino con un discurso mediático-publicitario agresivo y conservador que lo presenta falsamente como moderno, y disimula que está exclusivamente al servicio de los ricos, los poderosos, los corruptos y los especuladores, y en contra de un pueblo que ha dado y sigue dando infinitas pruebas de ser pacífico y trabajador.

La situación evidencia también que las importantes transformaciones llevadas adelante por los tres gobiernos kirchneristas –con todos los reconocibles logros alcanzados en beneficio del Pueblo y la autodeterminación, la inclusión social, la reindustrialización y la dignificación del trabajo de l@s argentin@s– no fueron suficientes o no tuvieron todas la consistencia necesaria, la profundidad y convicción en algunos casos, para asegurar la continuidad del rumbo correcto.

Desdichadamente, hoy vemos que la dirigencia de “Cambiemos” estafó al pueblo argentino, y en particular a quienes los votaron. Sólo así pudieron superar los guarismos electorales que la derecha tradicional ha tenido históricamente en el país.

Prometieron mantener las conquistas fundamentales de la década anterior, pero apenas asumieron comenzaron el desmantelamiento de todas. Y ahora imponen una recesión planificada que sólo beneficia sus intereses de clase, cuyas consecuencias sociales están ya a la vista y encima yendo a fondo en la destrucción de la educación pública, gratuita y obligatoria, así como de la salud pública universal y gratuita, mediante escandalosos proyectos empresariales que brindarán educación y salud sólo a quienes puedan pagarlos.

Pero lo más grave es que se sostienen todavía gracias a su alianza con los grandes medios de comunicación hegemónicos, de los que dependen y a los que sirven obscenamente, con cínico desinterés frente a la realidad del país, la cual niegan y ocultan diariamente. Cuentan para ello con un periodismo estafador, que en lugar de mostrar el retroceso social, económico y político, se ocupa neuróticamente de lo que llaman “pesada herencia”, con el único afán de silenciar la corrupción generalizada del gobierno que les paga.

La Argentina real de estos días se acerca a un abismo económico porque es evidente que la promocionada “grieta” –más allá de las divisiones que siempre existieron en la Argentina como en cualquier otro país– es parte y sirve al plan político del neoliberalismo y su capítulo de la derecha argentina: la alianza del PRO con el radicalismo claudicante, el poder financiero y el sistema multimediático híperconcentrado. Esa estrategia buscó y logró dividir a nuestro pueblo, y debilitarlo y manipularlo en función de sus intereses.

Es así como la República Argentina está hoy frente a un gobierno que concentra la riqueza y el poder mientras impulsa la despolitización de la sociedad y reduce drásticamente la democracia. Llevan a amplios sectores de nuestro pueblo al desánimo, y a muchos jóvenes al renovado, enfermizo deseo de irse del país. En todos los órdenes están modificando negativamente la vida del pueblo trabajador, provocando un retroceso social, laboral y de dignidad nacional impresionante y notorio.

Pero además ese modelo de país que impulsa el neoliberalismo gobernante no es solamente ni sobre todo un proyecto económico; es un verdadero proyecto político cuyo objetivo final es un cambio cultural profundo consistente en la disolución de la autoestima nacional y de la comunidad como colectivo solidario y con intereses comunes en los que el desarrollo, el trabajo, la educación, la salud y la felicidad de cada un@ están unidos indisolublemente a la suerte del conjunto.

Por eso el paradigma que proponen tiene al “éxito” como objetivo individual. Ser pobre o ser rico es para ellos una elección. Ser trabajador o depender de un plan social también. Así el mercado es el gran regulador de la economía, como de la educación, la salud y la cultura. En esa idea de capitalismo salvaje, el motor de las sociedades es el emprendedorismo egoísta. Por eso un gobierno parido en tal matriz ideológica necesita agredir toda conciencia nacional, borrar la memoria de sus luchas, logros y tragedias, y desnaturalizar y fragmentar la escuela pública, no sólo para mercantilizarla sino para neutralizarla como promotora de un cuerpo nacional de ideas comunes.

Semejante agresión necesita de la censura y la autocensura para volver al discurso único e incuestionado. Por eso despide a trabajador@s por su orientación política o ideológica, “limpia” al Estado de “anomalías populistas de izquierda”, sueña y propone una Universidad ligada a las necesidades de las grandes corporaciones y no al pensamiento nacional, la ciencia y la técnica para el desarrollo autónomo. Necesita desesperadamente extirpar toda posibilidad de pensamiento crítico.

Ésa es la cara brutal de este Estado en manos de gerentes y corporaciones, y en el que la persecución preventiva de dirigentes políticos y sociales busca escarmentar y aterrorizar a la población ideológicamente más vulnerable. La detención de Milagro Sala y el acoso judicial y mediático contra la expresidenta Cristina Kirchner y varios dirigentes sindicales rebeldes son ejemplos del sistema represivo neoliberal.

Lo disimulan con cínico discurso republicano al mismo tiempo que pisotean la Constitución y las instituciones, nombran Jueces de la Corte Suprema por decreto, se saltean concursos públicos y persiguen a magistrados para que renuncien y así ellos poner a sus acólitos en los juzgados. Achican la democracia, la libertad, la participación popular. Son violentos y autoritarios. Es una derecha totalmente irresponsable frente al país real.

Esas dirigencias antinacionales y antipopulares ya manejaron nuestro país en dictaduras y en los años ’90 del siglo pasado pero no consiguieron completamente sus objetivos. Por eso ahora que gobiernan gracias al voto de una mitad de la ciudadanía vuelven a desmantelar rápidamente el patrimonio público argentino: la educación, la salud, la previsión social, la industria, la banca pública, los transportes, el petróleo, el manejo de granos y de carnes, la electricidad, el gas, las aguas corrientes y los servicios sanitarios, las telecomunicaciones y las tecnologías digitales, la investigación científica y técnica y mucho más.

En sólo 18 meses han dejado sin trabajo a un millón de argentin@s, rebajaron todos los derechos laborales y aumentaron la pobreza. Vuelve a haber hambre en la Argentina mientras ellos destruyen la producción, el empleo y el crédito, y corrompen todas las formas de organización constitucional, incluida la Justicia.

 

2. El Pueblo de la Patria resiste y construye unidad en la lucha

Frente a un despojo de semejante tamaño y gravedad, el Pueblo Argentino está empezando a reaccionar porque la situación se agrava día a día y exige respuestas cívicas claras, democráticas y pacíficas.

Claro que esta reacción demandará todavía un tiempo difícil de precisar y una militancia política constante, lúcida y unida, pero lo interesante y valioso es que se aprecian variadas formas de resistencia en todo el arco social. Trabajador@s, docentes, profesionales, estudiantes, científic@s y las pymes y las empresas nacionales que todavía quedan, protagonizan cada día pequeñas y grandes luchas y movilizaciones no sólo en la Ciudad de Buenos Aires. Toda mirada federal y completa del país da cuenta del crecimiento del reclamo popular en todo el territorio.

Esas formas de movilización y reclamo han sido y son de tal magnitud que el gobierno y los medios hegemónicos se vieron forzados a marchar también ellos por las calles. Pero la única concentración en favor del gobierno, en Buenos Aires, lució muy pobre. Y así el respaldo del gobierno y el enorme aparato propagandístico resultaron poca cosa frente a los millones de compatriotas que se movilizaron el último año contra los tarifazos, los cortes de luz y los despidos, y que explotaron las calles cuando la marcha federal educativa, la de estudiantes y científicos, las marchas por #Niunamenos, la realización argentina del Paro Internacional de Mujeres, las movilizaciones de las dos CTA, la convocada por la CGT, el Paro Nacional y el repudio al indulto encubierto a genocidas que dispuso la Corte Suprema.

Ese camino –­la movilización– parece ser el imprescindible para expresar fehacientemente la voluntad popular en sus reclamos de freno a las políticas de ajuste.

Y ello, a pesar de que cierta “oposición” y much@s legislador@s votados desde el campo nacional y popular han practicado un colaboracionismo vergonzante con las políticas del gobierno, lo cual puso en cuestión, una vez más, el problema de las representatividades políticas. El gobierno maniobró en el Congreso, donde es minoría, y con el argumento de la “gobernabilidad” logró hacer pasar leyes necesarias para sus políticas neoliberales y su disciplinamiento a potencias extranjeras y al capital financiero. El pago a los fondos buitres, las autorizaciones para el endeudamiento masivo, la aprobación de los pliegos de los Jueces instaurados por decreto, son parte de ese capítulo vergonzoso del Parlamento.

Como sea, el crecimiento de la resistencia y del genuino arco opositor seguramente se verá reflejado en el Congreso Nacional y en las legislaturas provinciales tras las elecciones de octubre. Hasta que las luchas populares definan y logren la Reforma Constitucional que El Manifiesto Argentino propone y que modificará democráticamente al actual sistema solamente representativo, transformándolo en uno representativo-participativo en el que la voluntad popular cuente y controle.

El proceso de degradación institucional que impulsa el neoliberalismo, con el consecuente achicamiento de la democracia y el crecimiento del autoritarismo, un poder real que dirige y sostiene a la alianza  macrista-radical gobierna sin someterse a elecciones y sin las responsabilidades y controles que exige la ley al poder político. Así entregan el patrimonio nacional y acrecientan el endeudamiento masivo, mientras debilitan el sistema jubilatorio y el fondo de garantías con el objetivo de privatizarlos total o parcialmente.

Un proyecto nacional y popular debe apuntar a la mejor distribución de la riqueza, a la justicia igualitaria, a la soberanía plena sobre los recursos naturales y la tierra y mucho más, y para ello necesita imperativamente edificar una institucionalidad diferente, basada en un nuevo tipo de democracia sustentada en la participación activa del pueblo. Para lo que es fundamental e ineludible un debate nacional sobre el futuro argentino que conduzca a nuestro pueblo a un nuevo Contrato Social. Esto es, una nueva Constitución Nacional nacida del debate popular y no sometida a los ámbitos recoletos del siempre inmutable poder conservador.

 

3. La Reforma Constitucional, base de un nuevo proyecto de país

El viejo mandato de que “el pueblo no delibera ni gobierna sino a través de sus representantes” es una fuerte y verdadera traba al proyecto democrático.

La democracia participativa no puede consistir solamente en enunciados o institutos de participación que no se usan, porque las élites los cierran como reaseguro de su poder. Debe ser, en cambio y cuanto antes, la base y columna vertebral del nuevo sistema constitucional.

Parte central de ese nuevo contrato social es la transformación profunda del vetusto poder judicial que todavía hoy y en enorme mayoría garantiza la transferencia de riquezas de los sectores productivos a los concentrados, así como la pérdida de derechos básicos de la población. Es ya insostenible que las cláusulas programáticas constitucionales sean apenas deseos que no se cumplen y que nadie se siente obligado a construir. Esa mayoría del llamado “poder judicial” es la expresión más acabada y retrógrada de los sectores conservadores y neoliberales de la oligarquía.

Si bien es cierto y destacable que parte del avance de los juicios de lesa humanidad y sobre el genocidio se debe a fiscales, jueces y tribunales probos y valientes, también es necesario señalar que las demoras en los juicios y en las sentencias, así como el dificultoso avance hacia los socios y mandantes civiles de la dictadura, se deben a la compacta mayoría conservadora que se apoderó hace muchas décadas de la administración de justicia en la Argentina. Por eso El Manifiesto Argentino vuelve a pronunciarse por la continuidad de los juicios de lesa humanidad, y el juzgamiento y condena a los co-responsables empresariales, financieros, mediáticos, religiosos y civiles del Terrorismo de Estado. Y denuncia una vez más el atropello al Estado de Derecho que significa la acusación y mantenimiento en prisión preventiva de Milagro Sala, muestra de autoritarismo, arbitrariedad y arrasamiento de las básicas garantías procesales, hoy transformadas en instrumentos de castigo y venganza clasista a los opositores.

Por todo ello El Manifiesto Argentino se pronuncia, una vez más, incondicional e irrestrictamente por una Argentina sin presos políticos.

La transformación constitucional debe ser profunda, y muy especialmente en la construcción de un nuevo Servicio de Justicia, moderno, basado en concursos públicos de oposición y antecedentes, que en la emergencia reformista deberá ser fiscalizado y evaluado con la concurrencia y auxilio de jueces, juristas y académicos de todo el mundo, reconocidos internacionalmente y capaces de interactuar en audiencias públicas, para garantizar en cada caso debates y decisiones transparentes. Y en el Caso de las Cortes Supremas, nacional y provinciales, tales concursos se perfeccionarán mediante la elección de los mejores candidatos a las más altas magistraturas por voto popular.

 

4. Las claves para una Alternativa Argentina.

Desde finales de 2016 El Manifiesto Argentino viene convocando a una Confluencia Nacional y Popular como vía de unión del campo nacional y popular con miras a las elecciones legislativas de Octubre de este 2017.

La dura agresión que sufre el país a manos del gobierno PRO-Radical y de las corporaciones que lo encumbraron y sostienen, exige de la ciudadanía democrática poner en el centro de la actividad política y social una estrategia electoral que, cargada de espíritu patriótico, facilite el proceso de unidad en la diversidad. Es absolutamente necesario, y urgente, trabajar con plasticidad y altura en el armado plural de las identidades políticas, sociales y culturales con el objetivo superior de reconstruir la posibilidad de un gobierno popular, democrático y transformador.

En consecuencia, El Manifiesto Argentino llama a resistir la disolución nacional construyendo, con capacidad de generar una alternativa argentina al neoliberalismo y al conservadorismo, lo que denominamos Confluencia Nacional y Popular, capaz de desarrollar formas participativas de poder democrático, revertir las expropiaciones de derechos impuestas por la “revolución de ricos” que significa “Cambiemos”; profundizar las mejores medidas y conquistas que legaron al pueblo argentino los tres cuatrienios kirchneristas, y concretar aquellas que no se consiguió realizar.

Esta construcción significará un verdadero cambio democrático y es, sin dudas, la gran tarea de la presente etapa histórica. No representa sólo el nombre de un frente electoral –que puede ser el que proponemos u otro que se acuerde con las demás fuerzas democráticas del campo nacional y popular– sino una bien definida estrategia de poder, una poderosa coalición o frente electoral capaz de afrontar con inteligencia el enfrentamiento político-cultural-económico con el bloque hegemónico. Por eso nuestra propuesta es generosa, ya que no apunta a diagnosticar mejor, ni a “academizar” la política, sino a luchar unidos e inteligentemente por el poder.

Por eso la Confluencia que planteamos presupone la unidad amplia, diversa y plural. Nuestras tácticas políticas se mueven en esa dirección. Las elecciones de octubre de 2017 son una clave para gestar un frente que en 2019 derrote definitivamente al neoliberalismo y su proyecto explícito de más ajuste desde ahora mismo.

Cada experiencia, cada identidad política popular es necesaria en esa Confluencia. La amplitud no es una concesión, sino una necesidad. Tampoco la unidad debe interpretarse como disciplinamiento, puesto que el debate sobre los rumbos del país es parte de la fortaleza del movimiento popular, y no su debilidad.

El Manifiesto Argentino se pronuncia por una renovación constante de la dirigencia política y social. Y considera necesario que los candidatos expresen coherencia con los planteos programáticos, para de ese modo no repetir errores que lesionan las formas democráticas de elección o aquellas que aúnan a quienes son nacionales y populares durante las campañas pero luego acaban siendo colaboracionistas del saqueo neoliberal. Las PASO son un momento indispensable a condición de que puedan no solo seleccionar representantes, sino discutir propuestas y programas, y sobre todo consolidar la unidad y protagonismo en las generales de todos los que participaron. También para todo esto es imprescindible plasmar la Democracia Participativa.

 

5. El Manifiesto Argentino en el presente nacional y popular

 

Somos un IDEARIO en manos de un movimiento político llamado El Manifiesto Argentino.

Nuestro IDEARIO propone transformaciones profundas del sistema.

Nuestro movimiento trabaja para construir el poder democrático para lograrlas.

 

Nuestras puertas están abiertas a tod@s l@s patriotas que sueñan ser parte y protagonizar un país más igualitario, más libre, con más y mejor democracia y con justicia plena.

Unimos las mejores tradiciones nacionales y populares en nuestras filas: peronistas, radicales, socialistas, comunistas, creyentes y no creyentes, obreros y empresarios, profesionales, científicos, estudiantes, chacareros, artistas, intelectuales, comunicadores y cuentapropistas. Nos definimos en el contenido de nuestras propuestas y en la forma de tomar decisiones desde una concepción profundamente democrática.

Por nuestra concepción federal y latinoamericana del país y de nuestra organización, concebimos la militancia como convicciones en acción en cada pedazo del territorio argentino. La concebimos como una de las actividades más nobles de una comunidad, entendida no como carrera en beneficio propio, sino como servicio a la comunidad, a la Nación de la que somos parte.

Sabemos que se nos dirá idealistas, y se dirá también que la política moderna no es construcción sino solo exposición mediática. El Manifiesto Argentino asume igualmente esta concepción militante y colectiva, generosa y abnegada, convencid@s tod@s de que formamos parte de un colectivo orgulloso de su conciencia nacional y popular, y decidid@s a actuar en defensa de la Patria y para construir en común su futuro.

Igual que sostuvimos hace años, quizás el gran error que reiteradamente hemos cometido much@s argentin@s consistió en dejar que grupos sectoriales mezquinos e inmorales, del campo político y económico, mediático y judicial, monopolizaran las decisiones. Por mantenernos fuera de esas componendas, y porque elegimos seguir siendo honrad@s trabajador@s, la inmensa mayoría de l@s argentin@s no nos involucramos como hubiéramos podido y, quizás, debido.

Sabemos que, así como se ha modificado negativamente la vida nacional en menos de un año, más temprano que tarde el Pueblo Argentino va a recuperar los resortes del poder institucional, con igual o mayor, y mejor decisión que entre los años 2003 y 2015. La democracia puede ser revolucionaria y estará en nosotros plasmarlo. Por eso, y adelantándonos a cuestiones y modos que exigirán profundas y urgentes medidas y decisiones, El Manifiesto Argentino viene advirtiendo y anunciando: Si destruyen el país por decreto, por decreto será la restauración.

Los campos de la política no están fragmentados hoy por identidades políticas. Ya no caben los viejos enfrentamientos peronistas-antiperonistas, ni populistas-radicales. Hoy las opciones verdaderas son distribución o concentración, inclusión o exclusión, ampliación o eliminación de derechos, en definitiva, la opción de hierro es Pueblo u Oligarquía

 

¡VIVA LA PATRIA!

¡VIVA LA PATRIA GRANDE!

 

El Manifiesto Argentino

En la Ciudad de Santa Fe, 3 de junio de 2017.

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